Por: Paulina García
Los seres humanos queremos creer que tenemos el control del tiempo y de los días; por ello nuestros antepasados inventaron el conteo de los meses y años, basándose en los ciclos de la luna y el sol.
Sin embargo, diversos gobernantes a lo largo de la historia, han realizado cambios al calendario de acuerdo a sus necesidades políticas o económicas. Tal fue el caso del emperador Julio César, quien hace 2 mil años aproximadamente armó un calendario Juliano parecido al actual, en el cual dejó a febrero con 28 a 29 días.
Tiempo después, el Papa Gregorio XIII realizó ciertas modificaciones al calendario con la finalidad de adaptarlo a cuestiones religiosas, hasta convertirse en el registro de los días que conocemos actualmente.
Sin embargo, no todos los países se adaptaron pronto al calendario gregoriano, siendo Suecia quien se saltó los días bisiestos durante 40 años, ello provocó un desfase en el registro; por lo que, en 1712 se añadió por primera y única vez el 30 de febrero. Así que, quienes nacieron en ese día, nunca pudieron celebrar su cumpleaños de verdad, algo parecido con lo que ocurre con quienes festejan su aniversario cada 29 de febrero, es decir, cada 4 años.
