La primera vez que escuché la palabra poliamor, estaba yo pasando por una de esas etapas denominadas de traslape. O sea, tronando con una pareja y comenzando con otra. Ambas relaciones muy fuertes, muy importantes, una por lo nuevo y otra por la historia. Por supuesto que lo que yo quería era no sentir esa cosa tan horrorosa que es tener que elegir entre dos personas que amas, pero ni por asomo me atreví a pensar que era posible andar con ambas al mismo tiempo. Nomás no me daba el alma, la cabeza, el corazón.
Escuché sobre el poliamor con una sexóloga muy importante que daba una conferencia. Y mientras a mí se me retorcía el hígado de celos -porque mi antiguo amor ya estaba saliendo con alguien más-, y de angustia –porque mi nuevo amor me daba más susto que la montaña rusa- escuchaba a esta mujer hablar y hablar de cómo la monogamia era una cosa impuesta que yararararara. Y sí, digamos que hasta ahí se lo entendía yo al tiro, la monogamia es una cosa indefendible, pero no imaginaba poder soportar que mi pareja tuviera otras parejas.
Desde entonces ha llovido y hasta granizado. Ya no estoy con ninguna de esas personas de aquel entonces y llevo casi cuatro años de asumirme frontal y abiertamente como poliamor. Soy bastante más feliz que antes, pero por otras razones distintas a las que pensaba. Es decir, no soy más feliz por la posibilidad de tener más parejas sin estarme escondiendo si no porque logré identificar millones de cosas horrorosas que yo tenía relacionadas con el amor -que son básicamente chingaderas- y porque dejé de sentir “esa angustia”.
“Esa angustia” es a lo que yo llamo la rata pelona horripilante que muchas personas tenemos colocada en el hombro derecho y que todo el méndigo día nos fastidia con cosas tales como: ¿y si no te quiere?, ¿y si te abandona?, ¿no te escribe porque está cogiendo con alguien más?, ¿Por qué le puso like en el face?, ¿en qué está pensando? No vas a poder sobrevivir si se va. Nadie coge contigo así, no vas a poder sobrevivir. Yo creo que está enojada contigo. Seguro ha querido a sus exes más que a ti, ¿con quién se sentó?, ¿la vas a querer toda la vida?, ¿y si te aburres?, ¿y si se te muere? ¡Te vas a morir de amor!
Y así, todas las frases que a usted se le ocurra que signifiquen: te vas a morir de amor, porque lo tienes y no lo quieres perder, o porque no lo encuentras, o porque lo que tienes es horrible, pero si lo sueltas seguro se pone más pior. El caso es que te vas a morir de amor.
Un buen día, que me dolió el corazón más de lo que me había dolido la muerte de mi mamá, me dije a mi misma: mi misma, es momento de cambiarle el significado al amor porque estás muy simpática y eres muy lista como para estar sufriendo tanto a lo pendejo.
Es así que comenzó este camino, -mitad putería, mitad espiritualidad- de transformación amorosa que pretendo compartir con ustedes si me hacen el favor de leerme.
¿O qué? ¿Ya le saben todo lo que hay que saberle al amor?
Ana Francis Mor
Escritora, cabaretera y Reina Chula.