Si esa mezcla explosiva de pandemia, confinamiento, angustia y falta de dinero ya le alcanzó llegando al punto en que por más que hace no se halla, o si por lo mismo se siente triste, con ganas de ahorcar al prójimo, hacerse daño, o un deseo irrefrenable de correr en busca de ayuda en los elíxires mágicos del célebre Dr. Feelgood, entonces ya es tiempo de no sólo hacerse preguntas sino de buscar respuestas. Y no, no es película de Woody Allen.
De oportuna aparición, el libro Depresión. La noche más oscura, editorial Debate, ofrece a quien lo lea un buen viaje por el complejo tema de la depresión. En principio, por no ser la típica traducción de best seller gringo, superficial y concebido para una sociedad muy diferente, y luego porque pese a tener un abundante soporte científico éste no hace la lectura aburrida, que es lo común en este tipo de obras. Al contrario, hasta logra que la ciencia resulte atractiva o, en una de esas, fascinante.
Así las cosas el autor, psiquiatra mexicano y melómano, en ágiles capítulos puede ayudar a entender y comprender qué es la depresión, sus rasgos, signos, causas o efectos, pero también su presencia al paso del tiempo, perspectivas útiles como las de la psiquiatría crítica, la antipsiquiatría, las relaciones entre cerebro, estrés y metabolismo, los efectos terribles que traen consigo las distintas formas que cobra la violencia, o el peso que pueden tener factores genéticos y ambientales. Básico para entender, entre otras cosas, los tipos de depresión existente y las limitaciones de métodos automatizados basados en listas de síntomas como los que ahora pululan por Internet.
Y habla del dolor, necesario para la supervivencia e integridad del organismo, además del aprendizaje emocional y sus sistemas relacionados con la búsqueda, ira, miedo, pánico, deseo sexual, cuidado o juego. También de los efectos de la privación y la pérdida, de la madre o el padre, por ejemplo, con todo y visita al consultorio del Doctor Freud, una de las mentes más brillantes del siglo XX, para entender el nacimiento de la psicoterapia, su dimensión cultural, las distintas escuelas y lo que cada una puede aportarnos. En este sentido cabe destacar la propuesta del autor –el Doctor Ramírez-Bermúdez-, de desaparecer por sexista el término histeria, y su recordatorio de que también ha habido científicos que trataron de hacer sentir bien a los animales sacrificados en nombre de la ciencia. Como Jaak Pankseep, el llamado padre de las neurociencias afectivas, conocido como el científico que hacía reír a las ratas, y del que se incluye en el libro un significativo retrato.
Tras advertir e informar acerca de la importancia de las evidencias obtenidas en estudios clínicos de mediano y largo plazo para diagnóstico y tratamientos, o los beneficios de la actividad física, nutrición, herramientas artísticas, resilencia (esa capacidad de sobreponerse a las condiciones adversas), y hasta la espiritualidad, el viaje toma el camino de la psicofarmacología. Así que del Doctor Jesus se regresa al Dr. Feelgood, y entonces explica la transformación de los medicamentos, su desprestigio y límites, la efectividad de los placebos, lo relevante de la corteza prefrontal del cerebro, el funcionamiento de neurotransmisores, su relación con la dopamina y serotonina, o la historia alrededor del muy conocido Prozac y sustancias como la amitriptilina, duoloxetina, mirtazapina, sertralina o paroxetina, entre otras conocidas más por su nombre comercial.
Una lectura necesaria para saber todo eso que teme preguntar acerca del tema, incluidos los problemas y riesgos de sobrediagnosticarla, y proporciona orientación científica para atenderse pues es muy importante nunca subestimar las consecuencias y el dolor que puede traer consigo esa bilis negra o melancolía que ahora llamamos depresión o la noche más oscura.
