Podrá sonar a chiste, pero Charles Chaplin y Albert Einstein fueron amigos. Ambos admirados aunque por motivos diferentes, como le dijo Chaplin una vez que iban juntos al estreno de una película: “Me admiran porque me entienden. A ti te admiran porque no te entienden”. Lo que da para pensar en cosas tan diversas como eso que ahora en plural llaman públicos, en el trabajo colaborativo o en las influencias recíprocas aun entre personas de profesiones tan diferentes (no en vano entre los guionistas de la conocida familia Simpson ha habido varios doctores en matemáticas).
Es tan solo una de las muchas anécdotas, historias, conversaciones o referencias a diversos creadores y artistas además de los Beatles, Björk, David Chappelle, David Bowie, Damien Hirst, Leonardo Da Vinci, Giuseppe Arcimboldo o Picasso, con énfasis en la cultura negra y música de personajes de la talla de Duke Ellington, Miles Davis, Stevie Wonder, James Brown, George Clinton o Prince, entre otros. Y esto con el fin de tratar el tema de la creatividad como una guía directa a la vez que práctica terapéutica.
En principio dirigido a personas con interés por el campo profesional de la creatividad, el autor muestra cómo aprendió a moverse en dos pistas al mismo tiempo para vivir y trabajar “en el punto exacto en que se cruzan arte y comercio”. No en vano Questlove (Ahmir Khalib Thompson) es productor, diseñador, profesor universitario, DJ, periodista musical, fundador del grupo The Roots y ganador de cinco premios Grammy. Además, el artista oriundo de Filadelfia escribió un interesante libro sobre cocina y es director musical del combo que desde 2014 aparece en el programa The tonight show de Jimmy Fallon donde lo mismo han colaborado con Madonna y Mariah Carey que con bandas como Aerosmith, Metallica o los mismísimos The Who.
Sin el afán de decirle a nadie qué es lo que tiene que hacer, sino lo que pueden hacer a partir de las historias del autor y de otros creadores como algunos mencionados, y pese a estar concebido para una industria de la creatividad muy diferente a la mexicana pues aquí el trabajo creativo ni siquiera suele ser valorado, conforme se avanza en su lectura resulta muy útil para estudiantes, melómanos interesados en la cultura afroestadounidense y del Hip Hop, o público en general. A este último sobre todo por la dimensión terapéutica del arte y la creatividad que no solo incluye saber que no pocos escritores o músicos asimismo pintan y dibujan, sino descubrir los mecanismos del auto sabotaje, el estancamiento, las formas de lidiar con el éxito, el ego y la timidez, aprender de los fracasos, aceptar los retos, la autoevaluación, el desarrollo de espacios para la creatividad o cómo aterrizar y materializar una buena idea.
También son destacables, además de la portada inspirada en Rube Goldberg y el diseño del libro, algunas reflexiones acerca del arte, su relación con el mercado y eso que algunos llaman lo comercial, los tipos de artista en la exigente industria musical donde abunda la competencia, los pros y riesgos de trabajar en un medio como la televisión y cómo el rasgo esencial del arte comercial es que depende de una fecha de entrega. O sobre los procesos creativos que dan lugar a determinado sonido en una canción, que luego conoce el famoso productor Don Was, quien convence a los Rolling Stones de escucharla y así termina sonando el disco que en ese momento grababan. Un libro indispensable para animarse a través de ideas, historias, recuerdos y sugerencias que, a modo de herramientas y como pretende su autor, ponerse manos a la obra en el perfectamente imperfecto proceso de crear. Así que vale la pena aprovechar ese impulso que nos dan los buenos propósitos cuando inicia el año. Vea si no.