El 18 de agosto del año presente, fuerzas armadas y población civil, en un golpe de estado, tomaron como rehenes al presidente y al primer ministro de la República de Malí, en la ciudad de Bamako; los golpistas exigieron la renuncia de ambos líderes tras haber obtenido su reelección con una ventaja de más del 80%, cifra que resultó inverosímil e indignante para la población de Malí.
Tras décadas de estar bajo el yugo de un gobierno corrupto y despótico, el descontento entre habitantes expuestos a condiciones de pobreza cada vez más extrema, detonó en la integración del Comité Nacional por la Salvación del Pueblo, (CNSP, por sus siglas en inglés), que conformado por líderes militares, organizó y ejecutó el golpe de estado que ha desembocado hasta ahora en el acuerdo de formar un Estado de transición que durará por lo menos tres años.
El Comité se encargó, luego de haber obtenido la renuncia de sus antiguos dos gobernantes, de montar mesas de diálogo en las que se buscaría encontrar, teniendo como brújula la democracia que tanto les ha faltado durante años, el rumbo de Malí, principalmente de su organización política y de su administración financiera.
El temor de que un grupo fundamentalmente militar termine convertido en el gobierno dictatorial que derrocó prevalece, sobre todo en la Unión Europea, sin embargo, uno de los líderes del Comité comentó que no les gustaría repetir los errores que han cometido gobiernos que tuvieron anteriormente en su historia.
La inconformidad de la gente en Malí, no es solamente económica, también la inseguridad es un grave problema que enfrentan cada día y se ve acrecentado por la presencia de grupos terroristas. En Malí, el 95% de la población cree en el Islam, y fue uno de los principales lugares donde se enseñaba este culto; la ciudad de Djenbee, antiguo centro de enseñanza del Islam, es considerado un patrimonio cultural de la humanidad; que represente tanto, lo hace blanco potencial de ataques terroristas, como el que tuvo recientemente, el pasado mes de octubre, en sincronía con el tiroteo en Viena, cuya autoría se adjudicó ISIS.
Durante las primeras protestas que tuvieron lugar en la ciudad de Bamako, en agosto, autoproclamados miembros de ISIS, aprovechándose de las aglomeraciones, llevaron a cabo actos de violencia. Resulta irónico que entre las exigencias de los manifestantes estaba su hastío ante la violencia producida por terroristas.
Este tendrá que ser uno de los problemas prioritarios que deberán resolver los nuevos gobernantes de Malí, que han declarado que estarán en el poder durante un año y medio, hasta que se consoliden nuevos partidos políticos, luego otro año y medio será dedicado a preparar el sistema político con el que se regirán y elegirán a su nuevo representante democráticamente.
Malí fue parte del denominado Sudán francés, y debido a que largo tiempo fue una colonia, no ha tenido una buena explotación de sus recursos naturales, ya que han quedado en manos extranjeras durante mucho tiempo. Cuando se independizaron de Francia en la década de los sesenta del siglo XX, se convirtieron en una República Socialista, y uno de sus mayores objetivos fue conseguir la nacionalización de sus recursos mineros, ya que son ricos en oro. En ese entonces, Malí tenía un fuerte vínculo con la Unión Soviética.
Ahora no está claro si Malí volverá a buscar ser una República Socialista, sin embargo sí han declarado que una mejor explotación de sus recursos naturales será fundamental para reestructurar e impulsar su economía. Ya que uno de los principales descontentos de la gente en Malí ha sido la mala administración de recursos financieros por actos de corrupción en sus gobernantes, se espera que para su transición cambien su sistema económico.
Malí está en medio de una ruptura, y su organización política es, por ahora, un tanto caótica, pero se está convirtiendo en un país que de lograr su democracia constitucional, podría llevar a un efecto dominó al resto del África Noroccidental, ya que una de las cosas que pasarían es la puesta en marcha del acuerdo de paz con Argelia, que sería un gran paso en la lucha contra ISIS, al igual que una oportunidad para abrir nuevas rutas comerciales. Y es que, hay que recordar que Rusia tiene alianzas con Arabia Saudita, Emiratos Árabes, Egipto y Argelia, un nuevo bloque político-económico, parecido al del siglo pasado quedaría conformado; sin embargo, por ahora solo es posible especular.
Como ocurrió con la primavera árabe, otras naciones podrían seguir el ejemplo de Malí, quizá no necesariamente de dar un golpe de estado, pero si de reestructurar sus políticas en materia de explotación de recursos, y buscar, a partir de repensar sus sistemas económicos, una sociedad con menor desigualdad.
El pasado socialista de Malí, su intención de ser democrática y constitucional, la posibilidad de nacionalizar sus recursos, y una posible economía colaborativa con Rusia y sus aliados en África, pone a esta nación como un buen ejemplo de lo que actualmente se denomina post-capitalismo, es decir, a grandes rasgos, un sistema económico que privilegia sectores como el minero, pesquero, y agricultor, sobre el progreso tecnológico. Se trata de una economía capitalista que toma principios del socialismo, y hace de lado a la revolución tecnológica.
Una economía así resulta incluso contracultural porque busca sociedades nacionalistas, pero colaborativas internacionalmente, lo que está ocurriendo en Malí es resultado de algo que muchos han denominado el fin del capitalismo.
Con información de J. Augusto Peña