Comala, ha sido fuente de inspiración para artistas en todas las corrientes, destacando entre ellas una de las obras cumbre del realismo mágico mexicano: Pedro Páramo del escritor Juan Rulfo.
En la Plaza de Armas, junto a un kiosco traído desde Alemania, se levanta la parroquia de San Miguel Arcángel y unos metros más adelante, bajo el cobijo de las palmeras, yace en una banca la figura de Rulfo que popularizó al destino entre sus lectores.
Entre sus calles empedradas y sus sencillas casas blancas adornadas con faroles, puede verse desde temprano la rutina de sus habitantes que, pausadamente y sin prisa, acuden a sus jornadas de trabajo y se pierden a lo lejos entre los árboles de papaya.
Gastronomía única
Por las tardes, un olor a pan impregna el Pueblo Mágico, así es como se llama a los visitantes a una de las mejores cosas qué hacer en Comala, Colima: probar sus deliciosos Picones, un bizcocho de gran tamaño muy parecido a las conchas, que se disfruta acompañados de un café de olla, ya sea al amanecer o durante la merienda.
Otra delicia –quizás un poco traicionera– es el ponche, se puede tomar en su presentación refrescante con granada, tamarindo o arándano y en su versión cremosa con nuez, café, almendra o pistache. Todos, acompañados de tusca, un derivado del alcohol que regalan las fértiles tierras del estado para darle sabor y chispa al ponche.