jueves, marzo 28, 2024
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Huelga estudiantil en defensa del ambiente, por Edgar Morín

La defensora de la justicia climática Greta Thunberg, sueca de 16 años, llama la atención no por trending topic o ser tendencia mundial en redes, ni por la resonancia de sus reclamos directos y no exentos de ironía que contribuyeron a que la revista Time la nombrara una de las jóvenes más influyentes del planeta, y menos aun como víctima del inescrupuloso Donald Trump y su tuit propio de adolescente bravucón, sino ante todo por esa atractiva mezcla de juventud, tenacidad y claridad para proponerse algo y llevarlo a cabo.

En agosto de 2018 inició una huelga escolar solitaria todos los viernes frente al parlamento de su país para exigir acciones contra el cambio climático. Lo hizo sin apoyo familiar, pues en la suya no había antecedentes de activismo o algún revoltoso profesional, y repartió folletos donde alternaba datos sobre la crisis ecológica con explicaciones sobre sus motivos para hacer una huelga estudiantil solitaria. Como corresponde a su generación, primero lo anunció en Instagram y Twitter, donde se convirtió en algo viral y comenzó a atraer periodistas, medios de comunicación… y más activistas.

Cambiemos el mundo (Lumen) recoge las palabras que en el último año la activista ha escrito y dicho a políticos, dirigentes europeos o al secretario general de Naciones Unidas, entre otros dirigentes mundiales, sobre problemas muy graves que no se toman con la debida seriedad como estar en vías de una sexta extinción masiva, los efectos incontrolables en el medio ambiente si no disminuyen considerablemente las emisiones de gas de efecto invernadero, o las emisiones de CO2, y el aumento de la temperatura en el planeta que traerá consigo la desaparición de no pocos puertos y ciudades.

La joven Greta dice buscar promover una amplia consciencia pública sobre estos temas, y como en los tiempos que corren se sospecha de todo casi como acto-reflejo, se desmarca de representar intereses oscuros o propios de teorías de complot o conspiración. En el libro responde a sus críticos, que esgrimen argumentos que evaden el problema climático y se enfocan en el sin sentido de una huelga estudiantil que, por cierto, ya ha ganado varios miles de adeptos que la practican en cada vez más lugares del mundo. Les dice que “detrás de mí solo estoy yo misma (…) soy totalmente independiente y solo me represento a mí misma. Y hago lo que hago de forma totalmente gratuita. No he recibido dinero ni ningún tipo de promesa de futuros pagos. Ni lo ha hecho nadie vinculado a mí o a mi familia”. Y pregunta si “¿no creen que una chica de 16 años puede hablar por sí misma?”. Una lectura para conocer el pensamiento de una casi adolescente que se ha propuesto luchar por la supervivencia de ese sapiens en serio riesgo de extinción.

 

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