“El fin supremo de todo sistema social debe ser organizar las instituciones militares, como todas las demás instituciones, en vista de las circunstancias de tiempo de paz, cuando el soldado está fuera de servicio”
Aristóteles, Política
Cuando el Secretario Alfonso Durazo anunció el desmantelamiento de la Policía Federal (PF), por considerar que sus elementos estaban contaminados y que eran parte del problema de la inseguridad en México, lanzó con bombo y platillo la Guardia Nacional.
Para ello, en lugar de utilizar a los integrantes de la Policía Federal y sacar sólo a los malos elementos (y la alta burocracia que habían inflado las administraciones anteriores), optó por desaparecer la corporación e incorporar la división de caminos a su nuevo proyecto.
Lamentablemente, Policía Federal fue el refugio para los amigos, yernos como los de Espinosa de Benito (cercano a García Luna, hoy detenido en Texas, acusado de conspiración y corrupción) a quienes su suegro les dio direcciones generales, por citar sólo un ejemplo, donde el compadrazgo hacía que se utilizaran los fondos de investigación como caja chica, por mandos corruptos, que lucraron no sólo con la seguridad, sino con la sangre de policías de verdad.
Pero el problema aquí es que el actual Secretario de la Cuarta Transformación, solicitó un año más para que el bodrio llamado Guardia Nacional rindiera frutos, cuando en campaña prometieron abatir la delincuencia desde el primer día, a base de cero tolerancias a la corrupción.
Como no hay nada nuevo bajo el sol, el historiador Arnold J. Toynbee en su magna obra, ESTUDIO DE LA HISTORIA, cuenta como una institución insignia como la de los JENIZAROS, garantes por siglos de la seguridad del imperio Otomano, “pereció porque todo el mundo presionó para participar en los privilegios”, agregando que cuando “se declaró abierta la admisión al cuerpo en cuestión a todos los musulmanes libres, aumentaron las unidades; aunque disminuyó la disciplina y la eficacia”, que es lo que actualmente sucede con la GUARDIA NACIONAL y sucedió con la POLICIA FEDERAL, cuya institución en un inicio, fue de elite, donde sólo entraban los mejores.
En la obra citada, el autor decía que la celeridad no era exclusiva de los JENIZAROS, sino de los ESPARTANOS, inmortalizados por su gesta heroica de los 300 en la batalla de Termópilas, cuyo sistema buscaba la vigilancia, selección, especialización y espíritu competidor, para lograr mantener la seguridad de sus dominios, aun cuando estaban encadenados en la tarea de someter a los ilotas (esclavos) mesenios.
Aunque puede sonar absurdo, los ejemplo citados, lograron mantener el orden por siglos y aunque los tiempos cambian, hoy en día las corporaciones sólo pueden manipular a la delincuencia por sexenio, más no controlarla ni mucho menos erradicarla.
Los ejemplos tomados por el insigne historiador, pueden ser traspolados a los aparatos de seguridad actuales, los cuales sólo buscan masificar y llevar vacantes, dejando las evaluaciones de control de confianza, que paradójicamente dejan mucho que desear, en manos de inexpertos y haciendo que el título de Secretario de Seguridad, sea el equivalente a un César romano, por el relumbrón y el oropel que el puesto conlleva.
Hoy en día, la imagen vende más que las acciones, y la prueba fiel fue el hoy detenido Genaro García Luna quien, de ser un funcionario de clase media, gracias a los sobornos (o cañonazos como decía Álvaro Obregón) llegó a ser un todo un potentado, además de una celebridad.
Hay que destacar que la seguridad no es un tema para iniciados y los encargados de llevarla a cabo no son semidioses. La inteligencia por más sofisticada que éste, es realizada por hombres y para hombres. Simplemente se necesita un buen líder que trabaje con lo que se tiene y que utilice lo presupuestado.
En México ante la ola de violencia que vive el país, la respuesta inmediata del gobierno ha sido aumentar el gasto público en seguridad de acuerdo a Dalia Toledo de REPORTE ETHOS, donde se cita que “En el 2015 se invirtieron 209,400 millones de pesos (mdp), considerando las funciones de Justicia, Seguridad Nacional y Asuntos de Orden Público y Seguridad Interior. Respecto a la seguridad interna, el gasto entre 2008 y 2015 creció 61%, pasando de invertir 27,259 mdp a 43,957 mdp, lo que representa el 1.4% del gasto total del gobierno federal”.
Pese a lo anterior, el reporte en cuestión menciona que “A pesar del incremento del gasto, México es uno de los países más violentos del mundo con 15.7 homicidios por cada 100 mil habitantes. Incluso, no hemos podido regresar a los niveles de violencia que se registraron antes del 2005” (Dalia Toledo, Reporte Ethos, Descifrando el gasto público en Seguridad, México 2017).
“En lo que respecta a la administración de justicia, de acuerdo con el Índice de Impunidad Global, del total de delitos consumados sólo existe un 4.5% de sentencias condenatorias, es decir, una impunidad cercana al 95%. Estos resultados pueden deberse, entre otros factores, al poco personal dedicado a la procuración y administración de justicia. En México sólo existen 3.2 agencias del Ministerio Público y 7.5 agentes por cada 100 mil habitantes. Así, la procuración y administración de justicia pueden ser un cuello de botella para el Sistema Nacional de Seguridad Pública” comenta la autora de tan certero reporte.
Al respecto, para el GRUPO ETHOS algunos de los cambios que favorecerán la eficiencia de los recursos y, por lo tanto, la reducción de la inseguridad son los siguientes puntos:
1. Asignar y ejercer el gasto de manera inteligente.
2. Focalizar y asignar recursos para la prevención basados en evidencia.
3. Fortalecer las capacidades de los cuerpos policíacos a nivel sub nacional en seguridad.
4. Incluir en el diseño de los fondos federales incentivos orientados a resultados.
5. Fortalecer la procuración y administración de justicia.
6. Promover la cultura de la denuncia.
Los puntos antes enunciados, son más que suficientes para elaborar una estrategia integral en seguridad que controle la delincuencia, ya que, de seguir con el actual esquema, el gobierno de López Obrador se verá inmerso en una espiral de la violencia, que sólo redituará en ataques hacia su persona y hacia su gestión, en parte a los yerros de su gabinete, los cuales son magnificados por la oposición.
Cuando las políticas en materia de seguridad, son mal manejadas los problemas en seguridad pública devengan en problemas de seguridad nacional, por lo que es de vital importancia que no se dejen la dirección de las mismas a personas que vienen a aprender y que pese haber demostrado ineficacia y por ser amigos del mando en turno, se les siguen utilizando en otras latitudes, como es el caso de Capella Ibarra que después de no haber controlado a la delincuencia en Tijuana y Morelos como Secretario de Seguridad Pública, fue nombrado para tal encomienda en Quintana Roo.
El caso de Jesús Capella Ibarra es sintomático, ya que dejo su puesto días antes de que terminará la gestión de Graco Ramírez tildado por los morelenses como uno de los gobiernos más ineficaces y corruptos, de tal manera que hicieron que el ex Futbolista Cuauhtémoc Blanco arrasara en los pasados comicios.
Según información difundida por el diarionoticias,mx, el “tijuanense se va del estado en medio de múltiples señalamientos de ineficiencia y corrupción, así como enriquecimiento ilícito, luego de que al menos se le ubicaron 6 propiedades que suman más de 100 millones de pesos, particularmente las que se ubican en los fraccionamientos La Herradura y Paraíso Country Club, en los municipios de Cuernavaca y Emiliano Zapata respectivamente”.
Pese a lo anterior, Capella fue nombrado titular de Seguridad Pública en Quintana Roo lo que se podría llamar a su designación, “Crónica de un fracaso anunciado”, donde el único ganador será el flamante Secretario de Seguridad Pública de la Entidad y su círculo de allegados y los perdedores de nueva cuenta el pueblo en este caso el quintanarroense,
Lo anterior corrobora mi teoría que la Seguridad Pública es utilizada como negocio muy lucrativo para unos y un infierno para los gobernados, quienes son los que sufren las consecuencias del amasiato entre crimen organizado y gobierno.
Para concluir, hay tres pasos para erradicar eficazmente el crimen organizado:
• Más inteligencia policial
• Menos policías y mejor pagados.
• Mandos emanados de las corporaciones y no provenientes de otras dependencias, así como crear junto con asociaciones civiles que realmente representen a la ciudadanía y no a grupos de interés como MEXICO UNIDO A LA DELINCUENCIA y ALTO AL SECUESTRO, cuyas titulares sólo sirven para apadrinar a mandos e influir sin ser expertas en políticas públicas en materia de seguridad.
Hay que enfatizar que no estamos jugando con números, sino con vidas. Cada muerte es un fracaso. No puede hacerse de la muerte un negocio y del patrimonio de los ciudadanos un botín.
@borgestom
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