Érase una vez que la palomilla de un famoso barrio de lo que fue la región más transparente en la antigua ciudad de los palacios cambió, y muchos de sus miembros se volvieron cábulas. Así empezó lo que después la banda conoce como la Uva, que es el otro nombre de la llamada Unión Tepito.
A ritmo de reguetón se reemplazó el modo de hablar, vestir y pensar. Se pasó de la gorra, tenis Jordan, mariconera, playeras deportivas y motonetas a prendas Gucci, Louis Vuitton o Dolce & Gabbana en lugares de Polanco y Santa Fe mezclándose con juniors. Luego tapaderas con fachada de empresario que invierte en gimnasios y venta de suplementos alimenticios, asociaciones civiles apócrifas para invadir predios, y una red de lavado de dinero por venta de drogas, extorsión, despojo, pago de piso o secuestro, entre otros delitos, que incluye a un ex gobernador de Veracruz, al familiar de un ministro retirado, cirujanos o empresas de publicidad. Y mujeres, no solo objeto del deseo o trofeo que incluye andar con estrellas de reality show, sino carne de cañón que lo mismo cobra forma de feminicidio o se alimenta de redes que las envían de Argentina y otros países de Sudamérica para prostituirlas en sitios web como el ya clausurado zona divas que también pagaba cuota mensual para operar.
De Antonio Nieto, quien participó en Narco cdmx (véase https://fernandatapia.com/las-planas/imagenes-del-mundo-obscuro-narco-cdmx-por-edgar-morin/), el libro investiga el desarrollo de lo que el autor considera un cártel auténticamente chilango pues contra la creencia general que los imaginaba vil crimen organizado parasitario, resulta que el fundador de la Unión, compadre de Arturo Beltrán Leyva y apodado el abuelo, organizó su propia ruta de exportación de cocaína a Estados Unidos que recibía su hijo en Cancún, pasa -o pasaba- por el aeropuerto internacional de la ciudad de México, e incluye la propiedad de dos aeronaves.
Este abuelo llamado Juan Juárez Orozco que ya fue extraditado, sentenciado y recién volvió al país, en su momento se enfrentó a Edgar Valdez Villarreal para supuestamente impedir que tomara el control del abastecimiento de cocaína en Tepito y, por ende, de parte del valle de México. Lo que terminó por enrarecer el ambiente, crear divisiones y dar lugar -entre facciones del grupo y luego contra antagonistas-, a un conflicto vigente hasta hoy que suele arreglarse con balazos, asesinatos y mucha violencia donde no falta el testigo protegido, como uno al que decían el chori, estupideces del tipo guardar todo en el celular que se convierte en evidencia criminal cuando los detienen autoridades, así le pasó al Alor, cartas a la prensa pidiendo derecho de réplica, el Tortas de la anti unión mandó una a El Universal que no publicaron, o engaños que dejaron en evidencia a fiscalía y periodistas como cuando el Betito puso un video en You Tube haciendo pasar a uno de sus enemigos por él, y durante un tiempo persiguieron a quien no era.
Mientras Miguel Mancera todo lo minimizaba, además de parte de la capital y Cancún esta expansión alcanzó el Estado de México y Veracruz. También desde entonces comenzó a circular información sobre supuestas conexiones con grupos como los Zetas o el cártel de Jalisco, al que después se le achacó la autoría del atentado contra el jefe de la policía que el autor asimismo relaciona con el cambio de cárcel del Betito que tampoco se apellida Mollado Esparza, por cierto. Una obra que echa luz sobre algunos alcances y aspectos poco conocidos del grupo más mediático del crimen organizado chilango, cuya lectura sobre todo abrirá preguntas y debates sobre el mercado negro de las drogas en una monstruociudad como ésta, o el papel –real o imaginado- que podrían tener otros cárteles para abastecer el mercado mayorista y al tiempo frenar la expansión de los más violentos.
Descubre más desde Fernanda Tapia
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.