lunes, marzo 18, 2024
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El #MeToo castra al hombre.

La trágica muerte de Armando Vega-Gil nos obliga a reflexionar sobre muchas cosas, incluido eso que la filósofa alemana Svenja Flasspöhler denomina el feminismo de hashtag. Por eso presentamos un extracto de la entrevista que el periódico español ABC tuvo con ella a propósito de su libro La potencia femenina. Por una nueva feminidad, de editorial Taurus.

Entre otros planteamientos relevantes, la autora propone desenmascarar y analizar nuestras ideas patriarcales preconcebidas que todos, hombres y mujeres, llevamos dentro, arraigadas en el cuerpo y la cultura. Esto implica redefinir la feminidad, el paso de la mujer infantilizada a la mujer fuerte, pues empoderarse también significa dejar atrás la pasividad y vergüenza que es algo culturalmente asociado a lo femenino.

Sin embargo, esto no es fácil pues considera que actualmente hay un gran desconocimiento de la teoría feminista y este feminismo de hashtag promueve la antagonización hombre-mujer, además de reducir la solidaridad a una etiqueta y un celular olvidando que en la vida real ésta va mucho más allá y las mujeres no siempre son solidarias entre ellas. Asimismo, reproducen esa lógica patriarcal centrada en el falo donde el papel femenino simplemente se reduce a rechazar. Las relaciones, afirma, no deben estar atravesadas por el miedo y los malentendidos sino por el gozo. Tanto para mujeres como para hombres, pues estos últimos también deben transformar en goce su miedo histórico a lo que llama una mujer potente.

También explica que la etiqueta MeToo comenzó en el campo de las relaciones laborales, y en realidad no se ocupa del abuso y la violación que es un ámbito más cercano y cotidiano. Para esta autora, más que culpar a los hombres de todo mal, las mujeres deben liberarse de esa posición pasiva tanto en lo sexual como en lo existencial y lo profesional. Hasta ahora, y esto se hizo muy evidente en el caso del bajista del grupo Botellita de Jerez, prevalece un clima de denuncia en lógicas de revancha y cosificación que irónicamente es algo profundamente masculino.

En este sentido, conviene distinguir entre acoso y seducción dado que ambos términos tienen componentes importantes de subjetividad. La comunicación es fundamental para resolver estos y muchos otros malentendidos, pero el mayor problema es que ésta tampoco se encuentra en las redes sociales del Internet ni en los medios industriales de comunicación. De hecho, estos últimos en realidad sólo satisfacen el voyerismo de unas masas que se satisfacen cuando una modelo explica como la acosaron o cuando las actrices cuentan que un hombre poderoso les metió mano.

Una lectura indispensable en estos días, sobre todo cuando el ruido, la furia y el odio se hacen tan presentes en Facebook o Twitter, e inevitablemente nos hacen recordar al semiólogo italiano Umberto Eco quien consideraba que “las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban solo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel”.

La entrevista completa a Svenja Flasspöhler, en: https://www.abc.es/cultura/libros/abci-svenja-flasspohler-metoo-castra-hombre-201903240107_noticia.html

 

 

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