La bicicleta ha sido el instrumento libertario de autodeterminación, movilidad y destino para el empoderamiento de la mujer.
Es así que a través de un reggae migratorio, el chansonnier y compositor Camel Perea nos presenta su nuevo sencillo, una coproducción México-Argentina encabezada y dirigida por el productor patagónico Gastón Artigas, coautor de esta fábula tan cercana a nuestro recorrido vital.
Camel ha buscado nuevamente contarnos la historia de nuestro tiempo, rescatar con imágenes el proceso de la memoria, de la formación de la identidad desde el protagonismo de la mujer latinoamericana, como unidad de destino.
La polisemia de la bicicleta como directriz del recorrido será susurrada por la voz de Camel Perea, para contarnos, basado en una historia real, el recorrido de Natalia, fotógrafa mexicana cuya residencia en Europa consistió en fotografiar a mexicanos inmigrantes y su vida en el viejo continente, a su regreso Natalia vuelve siendo otra y un coro de delirantes le recuerdan su permanencia en el mundo: el territorio del no-olvido, de la persistencia y de su condición cambiante y transformadora.
Entre violetas que no se marchitan, enunciaciones a bailarinas de tango; a la Villa Olímpica en que se conocieron, estudios fotográficos y revistas de arte contemporáneo; Camel Perea aparece para cantar sobre la comunidad mexicana en El Vaticano, con su dosis de chile y tortilla, en un collage de enunciaciones, de una canción amiga, en tiempos de distanciamiento físico, pero no social, porque no hay nada más social que la música para acercar a nuestros pueblos.
