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El 0.7% de la población mundial está ebria en cualquier momento

* El alcohol o las bebidas alcohólicas contienen etanol, una sustancia psicoactiva y tóxica que puede causar dependencia.

* En 2019, hubo aproximadamente en todo el mundo 2.6 millones de muertes como consecuencia del consumo de alcohol. De estas, 1.6 millones se debieron a enfermedades no transmisibles, 700,000 a traumatismos y 300,000 a enfermedades transmisibles.

* La mortalidad atribuible al consumo de alcohol fue, en 2019, más elevada entre los hombres, con 2 millones de muertes, que entre las mujeres, con 600,000 fallecimientos.

* Se estima que 400 millones de personas, es decir, el 7% de la población mundial de 15 años o más, vivían con trastornos por consumo de alcohol. De esta cifra, 209 millones de personas (el 3.7% de la población mundial adulta) vivían con dependencia del alcohol.

* Aunque el consumo de alcohol, incluso en niveles bajos, puede conllevar riesgos para la salud, la mayoría de los daños relacionados con el alcohol provienen de un consumo excesivo de alcohol, ya sea episódico o continuo.

* Existen intervenciones efectivas en materia de control del alcohol y debería recurrirse a ellas más a menudo; al mismo tiempo, es importante que la población conozca los riesgos asociados al consumo de alcohol y tome medidas individuales para protegerse de sus efectos nocivos.

CIUDAD DE MÉXICO, 24 de abril de 2025.- El alcohol y las bebidas alcohólicas contienen etanol, que es una sustancia psicoactiva y tóxica cuyas propiedades pueden producir dependencia. El alcohol se ha utilizado ampliamente en muchas culturas durante siglos, pese a estar asociado a importantes riesgos y daños para la salud.

En 2019, se produjeron en todo el mundo 2.6 millones de muertes atribuibles al consumo de alcohol; de esta cifra, 2 millones fueron hombres y 0.6 millones, mujeres. Los niveles más altos de muertes relacionadas con el consumo de alcohol por cada 100,000 personas se observan en las regiones de Europa y de África de la OMS, con 52.9 y 52.2 muertes por cada 100,000 personas respectivamente.

El consumo de alcohol afecta de manera desproporcionada a los jóvenes, de 20 a 39 años, y este grupo de edad concentró el mayor porcentaje (13%) de muertes atribuibles al alcohol en 2019.

De los datos sobre el consumo mundial de alcohol en 2019 se desprende que unos 400 millones de personas de 15 años o más viven con trastornos por consumo de bebidas alcohólicas, y unos 209 millones, con dependencia del alcohol.

Ha habido algunos avances: de 2010 a 2019, el número de muertes atribuibles al consumo de alcohol por cada 100 000 personas disminuyó un 20.2% a nivel mundial.

Se ha producido un aumento constante en el número de países que formulan políticas nacionales sobre el alcohol. Prácticamente todos los países gravan el alcohol con impuestos especiales. Sin embargo, los países señalan la injerencia continua de la industria de las bebidas alcohólicas en la formulación de políticas.

Según los datos de 2019, alrededor del 54% de los 145 países que presentaron informes disponían de directrices/normas nacionales relativas a los servicios de tratamiento especializado para los trastornos por consumo de bebidas alcohólicas, pero solo el 46% de los países contaban con reglamentos para proteger la confidencialidad de las personas sometidas a tratamiento.

El acceso a cribado, intervención breve y tratamiento en el caso de las personas que consumen alcohol de manera peligrosa o con trastornos por consumo de bebidas alcohólicas sigue siendo muy bajo, así como el acceso a los medicamentos para tratar los trastornos por consumo de bebidas alcohólicas. En general, el porcentaje de personas con trastornos por consumo de bebidas alcohólicas que están en contacto con los servicios de tratamiento va de menos del 1% a un porcentaje no superior al 14% en todos los países en los que se dispone de estos datos.

Riesgos para la salud debidos al consumo de bebidas alcohólicas

Se ha constatado que el consumo de alcohol se encuentra entre las causas de más de 200 enfermedades, traumatismos y otros trastornos de la salud. Con todo, la carga mundial de morbilidad y traumatismos causados por el consumo de alcohol solo puede cuantificarse en 31 afecciones de salud, de acuerdo con la evidencia científica disponible acerca de la función que desempeña el consumo de alcohol en el desarrollo, la frecuencia y el desenlace de estas afecciones.

El consumo de alcohol está asociado al riesgo de que aparezcan enfermedades no transmisibles, como enfermedades hepáticas, enfermedades cardiacas y distintos tipos de cáncer, así como trastornos de salud mental y del comportamiento, como la depresión, la ansiedad y los trastornos por consumo de bebidas alcohólicas.

Se estima que, en 2019, el consumo de alcohol provocó alrededor de 474,000 muertes debidas a enfermedades cardiovasculares.

El alcohol es un carcinógeno probado y el consumo de alcohol aumenta el riesgo de sufrir distintos tipos de cáncer, como el cáncer de mama, de hígado, de cabeza y cuello, de esófago y el colorrectal. En 2019, el 4.4% de los cánceres diagnosticados en todo el mundo y 401,000 muertes por cáncer se atribuyeron al consumo de alcohol.

El consumo de alcohol no solo causa daños importantes a la persona que lo consume, sino también a otras personas. Una parte importante de la carga de morbilidad atribuible al consumo de alcohol se debe a traumatismos como los accidentes de tránsito. En 2019, de un total de 298,000 muertes por accidentes de tránsito relacionados con el alcohol, 156 000 fueron el resultado de que otra persona había consumido alcohol.

Otras lesiones, deliberadas o no, incluyen caídas, ahogamientos, quemaduras, agresiones sexuales, violencia de pareja y suicidios.

Se ha establecido una relación causal entre el consumo de alcohol y la incidencia y el desenlace de enfermedades infecciosas como la tuberculosis y el VIH.

El consumo de alcohol durante el embarazo aumenta el riesgo de dar a luz a un hijo que sufra trastornos del espectro alcohólico fetal, cuya forma más grave es el síndrome alcohólico fetal (SAF), que está asociado a discapacidades en cuanto al desarrollo y a defectos congénitos. El consumo de alcohol durante el embarazo también puede aumentar el riesgo de complicaciones en el parto prematuro, como abortos espontáneos, mortinatos y partos prematuros.

Los efectos negativos del consumo de alcohol afectan de manera desproporcionada a los más jóvenes, y el mayor porcentaje (13%) de muertes atribuibles al consumo de alcohol en 2019 se produjo entre personas de entre 20 y 39 años.

A largo plazo, unos niveles nocivos y peligrosos de consumo de alcohol pueden provocar problemas sociales, como problemas familiares, en el trabajo, financieros y la pérdida del empleo.

Factores que influyen en el consumo de alcohol y daños relacionados con esta sustancia

Ninguna forma de consumo de alcohol está exenta de riesgos. Incluso un nivel bajo de consumo de alcohol conlleva riesgos y puede causar daños.

El nivel de riesgo depende de varios factores, como la cantidad consumida, la frecuencia de consumo, el estado de salud del individuo, la edad, el género y otras características personales, así como el contexto en el que se produce el consumo de alcohol.

Algunos grupos e individuos que son vulnerables o están en situación de riesgo pueden tener una mayor susceptibilidad a las propiedades tóxicas, psicoactivas y que inducen a la dependencia del alcohol. Por otro lado, las personas que adoptan hábitos de consumo de alcohol de menor riesgo tal vez no afrontarán necesariamente una probabilidad significativamente mayor de sufrir consecuencias negativas para la salud y la sociedad.

Los factores sociales que influyen en los niveles y los hábitos de consumo de alcohol y en los problemas conexos incluyen las normas culturales y sociales, la disponibilidad de alcohol, el nivel de desarrollo económico y la aplicación y el cumplimiento de las políticas sobre el alcohol.

El efecto del consumo de alcohol en los resultados de salud crónicos y agudos viene determinado en gran medida por el volumen total del alcohol consumido y la pauta de consumo; son especialmente dañinas las pautas asociadas a la frecuencia del consumo de alcohol y a episodios de consumo excesivo de alcohol. La mayoría de los daños relacionados con el alcohol provienen de un consumo excesivo de alcohol, ya sea episódico o continuo.

El contexto desempeña un papel importante en la aparición de daños relacionados con esta sustancia, en particular cuando se produce una intoxicación. El consumo de alcohol puede tener repercusiones no solo sobre la incidencia de enfermedades, traumatismos y otros trastornos de salud, sino también en el desenlace de estos y su evolución a lo largo del tiempo.

Existen diferencias de género tanto en el consumo de alcohol como en la mortalidad y morbilidad relacionadas con el alcohol. En 2019, el 52% de los hombres eran bebedores habituales, mientras que solo el 35% de las mujeres habían bebido alcohol en los últimos 12 meses. El consumo de alcohol per cápita fue, de promedio, de 8.2 litros en el caso de los hombres y de 2.2 litros en el de las mujeres. En 2019, el consumo de alcohol fue responsable del 6.7% de todas las muertes entre los hombres y del 2.4% de todos los fallecimientos entre las mujeres.

Respuesta de la OMS

El Plan de Acción Mundial sobre el Alcohol 2022-2030, aprobado por los Estados Miembros de la OMS, tiene por objeto reducir el consumo nocivo de alcohol mediante estrategias eficaces y basadas en la evidencia a nivel nacional, regional y mundial. En el plan se detallan seis esferas clave para la adopción de medidas: estrategias e intervenciones de gran repercusión, promoción y sensibilización, alianzas y coordinación, apoyo técnico y creación de capacidad, producción de conocimientos y sistemas de información, y movilización de recursos.

La aplicación de la estrategia y el plan de acción mundiales acelerará los avances a escala global para alcanzar las metas relacionadas con el consumo de alcohol en el marco del Objetivo de Desarrollo Sostenible 3.5 sobre el fortalecimiento de la prevención y el tratamiento del consumo de sustancias, incluidos el uso indebido de estupefacientes y el consumo nocivo del alcohol.

Para lograrlo, será necesario adoptar medidas de ámbito mundial, regional y nacional con respecto a los niveles, las pautas y los contextos del consumo de alcohol y los determinantes sociales de la salud en sentido más amplio, prestando especial atención a la ejecución de intervenciones costoeficientes de gran repercusión.

Es fundamental abordar los determinantes que impulsan la aceptabilidad, disponibilidad y asequibilidad del consumo de alcohol a través de medidas de política intersectoriales, exhaustivas e integradas. También es de vital importancia lograr la cobertura sanitaria universal para las personas que viven con trastornos por consumo de alcohol y otras afecciones de salud debidas al consumo de alcohol fortaleciendo las respuestas del sistema de salud y el desarrollo de sistemas integrales y accesibles de tratamiento y atención para quienes lo necesitan.

La iniciativa SAFER, que pusieron en marcha en 2018 la OMS y sus asociados, ayuda a los países a implementar intervenciones de gran impacto y costoeficiencia que han demostrado su capacidad para reducir los daños causados por el consumo de alcohol.

El Sistema Mundial de Información sobre el Alcohol y la Salud (GISAH), de la OMS, presenta datos sobre la intensidad y los hábitos de consumo de alcohol, las consecuencias en materia de salud y sociales atribuibles al alcohol y las respuestas normativas en todo el mundo.

Lograr una reducción en lo que respecta al uso nocivo del alcohol que esté en consonancia con las metas incluidas en el Plan de Acción Mundial sobre el Alcohol, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y el marco mundial de la OMS para la vigilancia de las enfermedades no transmisibles (en inglés) requiere una acción concertada de los países y una gobernanza mundial eficaz.

Las políticas públicas y las intervenciones destinadas a prevenir y reducir los daños relacionados con el alcohol deberían guiarse y formularse en función de los intereses de salud pública y basarse en objetivos de salud pública claramente definidos y en la mejor evidencia disponible.

Involucrar a todas las partes interesadas pertinentes es esencial, pero los posibles conflictos de intereses, en particular con la industria del alcohol, deben evaluarse cuidadosamente antes de iniciar esta relación. Los operadores económicos deben abstenerse de realizar toda actividad que pueda impedir, retrasar o detener la elaboración, promulgación, aplicación y cumplimiento de estrategias e intervenciones de gran impacto destinadas a reducir el uso nocivo del alcohol.

El trabajo conjunto, con la diligencia debida y la protección frente a los conflictos de intereses, permite reducir eficazmente las consecuencias negativas para la salud y sociales del alcohol.


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