martes, marzo 19, 2024
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¿Cómo gana las elecciones una buena lesbiana?

  1. Estoy sentada en el Cabaret del Forum Universal de las Culturas con mis dos buenos amigos Tareke y Andrés. Vemos a Eugenia León cantar “La Paloma”. Nos emocionamos secretamente porque estábamos trabajando ahí y el espacio y la ciudad en ese momento no eran muy amables para con la izquierda. Recuerdo que incluso fuimos a ver la película Fraude (¿la recuerdan?). En aquel cine en Monterrey, en ese año, éramos como 16 en la sala.

 

El día de hoy emociona y mucho.

No. No es el presidente ideal, pero ahora sé, después de tantos años de ejercer mi ciudadanía de forma consciente y consistente, que el presidente ideal es como el amor de tu vida o la felicidad intrínseca de ser mamá, es decir, son mitos inexistentes que dañan muchísimo y nublan la justa dimensión de las cosas.

 

No existen los líderes que nos sacarán del agujero, porque hasta Trudeau que es guapo, canadiense y amigo del arcoiris, se pasa por el arco del triunfo el derecho a la tierra y al agua en nuestra región y se hace el sueco con sus méndigas mineras.

 

Celebro que haya ganado el candidato que yo quería que ganara.

 

Celebro la mayor parte de su gabinete, La secretaría de la diversidad que hay en ese partido, a las feministas que están ahí dentro que se han partido el alma para posicionar nuestros temas. Celebro la postura clara respecto a la limpieza de la casa, la corrupción, el robadero, pero celebro más que cualquier cosa la alegría de tantos millones de personas felices ¿Hace cuanto que no veíamos un zócalo así?

 

Celebro nuestras lágrimas y gritos de alegría en los chats, las reuniones, las llamadas telefónicas. Celebro mi alegría popular como pueblo que soy, con todo el derecho de estar feliz políticamente hablando, porque me lo he ganado a pulso como ciudadana.

 

Ahora, ya en ánimo de 2 de julio y de aquí a que termine el sexenio declaro con firmeza de que no pasarán. Los conservadores del PES que atentan contra mis derechos, mi familia, mi derecho a decidir, no pasarán. Sobre mi cadáver echarán mis derechos para atrás. Mi vida, mi legalidad y la pertenencia a mi país no volverán a estar en el closet nunca más. Me lo he ganado a pulso. Sobre mi cadáver lo echan para atrás.

 

Mi punto es: no seamos inocentes.

 

No existe el amor de tu vida y las relaciones son el resultado del trabajo y la voluntad cotidiana, empeñosa y sistemática de las personas involucradas.

 

La maternidad no trae tortas con los niños, no te realiza en tanto mujer ni te da la felicidad en automático, si no es un proceso que, -de ser voluntario- aún tiene un montón de trabajos intrínsecos, es complejo y emocionalmente multidimensional (o sea, un desmadre).

 

En ese mismo orden de ideas, la democracia no resuelve los problemas per se. La mayoría no necesariamente tiene la razón, y los líderes carismáticos son personas con capacidades, creencia y limitaciones.

 

Por eso no me tragué las campañas del miedo. No porque crea que Andrés Manuel no es homofóbico. Yo creo que en su corazoncito no le gustaría que personas como yo adoptemos, pero de eso, a que le permitamos que eso ocurra, hay una distancia. Entonces me informo y me entero que dentro de su partido hay una secretaría de la diversidad, que gracias al Consejo de Morena mis derechos están colocados en los estatutos del partido y que las personas de ese partido que legislan son, junto al PRD, quienes más han apoyado la agenda LGBTI. Es decir, aunque Andrés Manuel no crea que mis derechos son prioritarios, no tiene el poder para impedirme ejercerlos, no le demos ese poder.

 

Por eso no me acalambro con su cristianismo. En primer lugar porque, como ya lo descubrió hace años la teología de la liberación, ni todos los pobres son buenos, ni todos los ricos son unos ojetes, ni todos los cristianos son conservadores. Ahora que, no hay que confiarnos porque ya vimos cómo le fue a Brasil. Sí, dejar entrar la religión no es buena idea. No lo fue con Salinas ni lo sería con López Obrador. Negociar con el PES no es buena idea, su agenda nos mata, nos cuesta la vida. Ni un paso atrás, ni un descuido. Marcaje personal a funcionarixs y legisladorxs conservadores.

Sí, dejar entrar la religión no es buena idea. No lo fue con Salinas ni lo sería con López Obrador. Negociar con el PES no es buena idea, su agenda nos mata, nos cuesta la vida. Ni un paso atrás, ni un descuido. Marcaje personal a funcionarixs y legisladorxs conservadores.

O sea, tenemos un chingo de trabajo.

 

Por eso, les invito:

 

  • A mis amistades que tienen miedo de que se caiga la economía y se desate el rencor social con sus respectivos excesos, miren las señales: AMLO cerró en el estadio Azteca, el PRI reconoció su triunfo de inmediato y hasta Peña Nieto dio un discurso decente, es decir, eso ya estaba pactado y no me refiero a un mal pacto, me refiero a un pacto necesario para conservar la estabilidad económica y garantizar una transición paulatina. Sobre el rencor social y el clasismo, trabajemos. Todo es alrededor del prejuicio. Trabajemos. La discriminación y la exclusión matan. No se vayan del país, quédense a trabajar y a pelear por lo que creen que es justo. Habemos muchas personas que estamos dispuestas a poner el cuerpo junto a ustedes.

 

  • A mis amistades fanáticas que le creen todo, no se lo crean. Tenemos la posibilidad de construir una democracia participativa, de construir un gobierno que nos sirva, es decir, que haga servicio público. No le entreguen ni a él ni a nadie, el poder de su ciudadanía. No le entreguemos un cheque en blanco.

 

 

  • A mis amistades que votaron críticamente, es decir, que le saben los pies de los que cojea, vigilemos. Organización y emoción por delante. Cabeza fría y corazón caliente.

 

 

La buena nueva, es que ante todo, hay un espíritu nacional de colaboración y construcción colectiva. No hay de otra.

 

Ya somos otras personas, más ciudadanas, más maduras. No nos confiemos ni confiemos en una persona. Trabajemos en colectividad, crítica y participativamente. Es una delicia el ejercicio ciudadano con esperanza.

 

¿No extrañaban la esperanza? Yo sí.

 

Feliz 2 de julio.

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