“El día que la mierda tenga algún valor, los pobres nacerán sin culo ”
Gabriel García Márquez
La española Adela Cortina (1947-), catedrática de la Universidad de Valencia, nos presenta su libro “Aporofobia, el rechazo al pobre” (Paidós, México 2020) donde nos muestra como la sociedad actual, la sociedad moderna, la que ha vivido con más comodidades y adelantos tecnológicos que las que nos precedieron, sigue siendo hipócrita con los pobres que la circundan.
La autora nos muestra como la xenofobia (que es el odio hacia todo lo extranjero, foráneo) es atizada por los gobiernos cuando quieren crear una cruzada y crear un patriotismo al puro estilo de Donald Trump, la aporofobia, es un virus igual de letal, que está anquilosado en todas las sociedades y por ende en todas las democracias, y que al igual que la xenofobia, es utilizada con tintes políticos y electorales.
La aporofobia (término acuñado por la autora y que fue la palabra del año en el 2019 en Europa) es el miedo a los pobres, un terror que hace que se odie a los migrantes, no por ser de otras latitudes y por traer otras costumbres, si no por el simple y sencillo hecho de ser pobres que, como la lepra, hace que se les evite y denosté.
Los pobres, son como los muertos vivientes, las sombras, los desclasados, los desheredados de la tierra (parafraseando a Franz Fanon), quienes en las calles y en sus suburbios, chabolas o ciudades pérdidas, demuestran a los gobiernos el fracaso de sus gestiones y políticas económicas.
Los pobres, son ese ente amorfo que es también la cantera de la delincuencia y de los grupos extremistas, como en el Medio Oriente, quienes sacan a sus mejores elementos para ser soldados de Alá, bajo la promesa de que sus familias tendrán los recursos que ellos no tuvieron, para tras inmolarse, disfrutar las delicias que carecieron en vida.
En México y Latinoamérica los pobres, también son los elementos que engrosaran a los grupos de guerrilleros, paramilitares, sicarios y un largo etcétera, quienes ante la vulnerabilidad y el odio que guardan, los hace presas fáciles de líderes mesiánicos que sólo los utilizarán para empoderarse en su nombre; por lo que la frase de León Tolstoi, de que “El dinero pone en tu bolsa a los que no lo tienen” sea una realidad.
La aporofobia, proviene del griego Aporos, pobreza y fobos, temor, por lo que el termino es temor a la pobreza y por consiguiente a los pobres. De acuerdo a la autora, por eso los migrantes “Pobres”, molestan porque “vienen a complicar la vida a los que, mal que bien, nos vamos defendiendo, que no traigan al parecer recursos, sino problemas”.
El dinero, es un bien que abre muchas puertas y que efectivamente, hace la vida más fácil en un mundo material, donde el lema “poderoso caballero, es don dinero”, es más que un mantra, ya que no es lo mismo un “Gitano”, que un cantante de Flamenco adinerado o un “Negro neoyorkino que, un cantante de Rap.
La autora pone en su libro, los pormenores de la hipocresía de la comunidad económica europea, cuya política migratoria haría revolcarse en la tumba a los próceres y los enciclopedistas, quienes lucharon por los derechos del hombre y del ciudadano, palabras que, en los pobres de todas las latitudes, son sólo palabras huecas.
Pero dejando de lado a los migrantes pobres, todas las sociedades tienen un ejército de nacionales que carecen de los más indispensable para vivir y quienes de no ser atendidos con prontitud, pueden ocasionar muchos problemas a los gobiernos y sociedades que no velen por ellos.
Los pobres, el ejército invisible, tanto para las sociedades como los gobiernos, muestra en sus calles aquel rostro de los desheredados, que no sólo son carne de cañón del crimen organizado, sino de los partidos políticos y líderes quienes, en sus discursos se rasgan las vestiduras, sin que la pobreza, y por consiguiente lo pobres, desaparezcan, por más acciones que en su nombre se tomen.
Según datos del CONEVAL (Consejo Nacional de la Evaluación de la Política de Desarrollo Social), en el 2018 existían 52.9 millones de pobres en México, los cuales representan el 41.9% de la población, sin contar a los 9.3 millones de personas en situación de pobreza extrema, haciendo que en nuestro país existan comunidades con pobreza mayor que algunas regiones de África.
La pobreza, además de exclusión, acarrea una falta de libertad para los desafortunados, quienes lamentablemente no tienen acceso a las bondades que ofrecen las sociedades a los favorecidos.
De acuerdo al Banco Mundial, la pobreza extrema es contar con menos de 1.25 dólares a precios del 2005 y pobreza moderada, contar con menos de dos dólares al día, lo que hace que la aporofobia, sea un mal peor que el “Coronavirus” y mucho más mortal que el señalado.
En un mundo donde la brecha entre la pobreza y la riqueza, es abismal, donde las redes sociales muestran a los desheredados lo que muchos no tendrán, hacen que la frase de Platón; “La pobreza no viene por la disminución de las riquezas, sino por la multiplicación de los deseos”, sea más que latente en estos tiempos donde las redes sociales apelan al consumismo.
“Erradicar la pobreza no es un acto de caridad, sino un acto de justicia” dijo Nelson Mandela (1918-2013), pero mientras se siga temiendo éste mal la sociedad y no se le combata, el lema del Banco Mundial; “Nuestro sueño es un mundo sin pobreza”, será sólo un lema para justificar una burocracia transnacional inoperante.
¡Un libro para reflexionar sobre un mal que aqueja a todas las sociedades!
@borgesto
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