CIDUAD DE MÉXICO, 18 de noviembre de 2024.- Conoce la historia que, por primera vez, mostró a la comunidad LGBTTTI en los medios de comunicación de la Ciudad de México
– Mi general, agarramos a 42 maricones en una fiesta bailando; la mitad vestidos de hombre y la otra de mujer.
– ¿¡Y para qué me llama?! – replicó Porfirio Díaz – ¡Ya sabe qué hacer con ellos! ¡A prisión!
– Pero es que… uno de ellos es su yerno, Nacho…
Y tras una pausa Díaz ordenó: ¡Pues ya le dije! Meta a los 41 a la cárcel.
– ¡Son 42 mi general!
– 41 comandante… 41.
Así inició la historia más famosa de la discriminación homosexual mexicana. Aunque el integrante 42 era una mujer que conseguía muchachos para subastarlos en la fiesta, en la sociedad porfiriana se corrió el rumor sobre el yerno de Díaz para denunciar sus “raras costumbres”. Lo cierto es que la madrugada del domingo 18 de noviembre de 1901, hubo una redada policial en la cerrada de La Paz (actualmente Ezequiel Montes), en la Tabacalera, cuando una mujer denunció el ruido de sus vecinos.
No hubo periódico liberal o conservador que no se haya dado festín con la historia. El Popular pidió que el costo de la redada lo pagaran los travestis y “no daremos a nuestros lectores más detalles por ser en sumo asquerosos”. El de oposición El Hijo del Ahuizote lo tituló como “La aristocracia de Sodoma al servicio nacional” criticando al estado de permitir semejantes aberraciones.
Los mejores chismes, se plasmaron en un panfletito de 1906 escrito por Eduardo Castrejón, cuya única copia se conserva en la Biblioteca Nacional, se titula “Los cuarenta y uno”. Según Castrejón, sólo 19 eran travestis, otros eran afeminados y había unos curiosos que fueron invitados. También cuenta que unos fueron llevados a la cárcel de Belén, otros deportados a Yucatán e incluso se dice que algunos fueron obligados a barrer la calle con sus vestidos de mujer. Más allá de la segregación habitual de la época, el verdadero trasfondo discriminatorio es la redada de la policía a una fiesta privada, sin mencionar que los asistentes más humildes fueron quienes sufrieron más.
Pero, ¿Dónde queda la mítica residencia? Los diarios mencionan que el baile se descubrió en una accesoria de la cuarta calle de La Paz, pero no hay número, hoy se llama Ezequiel Montes, en el tramo entre Antonio Caso y Gómez Farías. Sólo quedan dos casas del siglo XIX sobre la calle, la 115 y la 122 que conserva su accesoria.
Para recordar el baile, una placa fue colocada en 2001 a un costado del Centro Cultural José Martí, incluye un relieve de Reynaldo Velázquez que representa dos hombres desnudos, cuyas piernas flexionadas esconden el mítico número 41.
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