Con información de J. Augusto Peña
Con inusitado estruendo los californianos hablaron en 1991 de amor libre, drogas psicodélicas, ecologismo y xenofobia
«Muerte al mensaje del Ku Klux Klan», cantó Anthony Kiedis a Estados Unidos en 1991, cuando el país enfrentaba una de las oleadas de violencia racial más graves en su historia, sobre todo en la costa oeste, donde las guerras de pandillas se comenzaban a salir de control, siendo Los Ángeles, California, uno de los lugares en los que más sangre corrió debido a esta clase de conflictos.
Existen reportes referentes a estas fechas, de que integrantes de la «Mara Salvatrucha», perpetraron asesinatos de miembros de otras pandillas en los que llegaron a extraer el corazón de sus víctimas, en estos conflictos se involucraba no solo el uso de armas de fuego, sino también el uso de bates de béisbol, armas blancas y demás objetos, lo cual, reflejaba la brutal naturaleza que estos enfrentamientos entre bandas podían alcanzar.
La tensión entre pandillas aumentaba a causa de diferencias étnicas. El racismo alimentó el fuego de la violencia en contra de comunidades hispanas, italoamericanas, orientales, y demás inmigrantes en norteamérica, quienes sufrían una exacerbada discriminación aumentada por la forma estereotípica en la que (re)trataban a estas personas en la televisión y el cine.
El problema de inmigrantes provenientes de la frontera con México era el pan de cada día en noticieros y la mayor preocupación de los estadounidenses se traducía en un problema de desempleo. Gran parte de la población norteamericana expresó sin mesura su animadversión hacia la comunidad inmigrante, haciendo de ella el chivo expiatorio del contexto de crisis por el que se pasaba en ese entonces.
Muchas veces comunidades afroamericanas eran las que más discriminaban a los latinoamericanos, lo que resultaba irónico, considerando el fuerte racismo hacia el sector negro de Estados Unidos. El trato estereotípico que recibían los latinos se veía especialmente recalcado en el hecho de que a cualquier individuo proveniente de sudamérica se le etiquetaba invariablemente como «mexicano».
En este contexto problemático, intolerante, violento, lleno de incertidumbre económica y de división social, surgió el álbum de los Red Hot Chili Peppers que se volvió popular por su poderoso mensaje de inclusión, amor libre, paz, y conciencia ecológica, teniendo de raíz una crítica al capitalismo. Se trata de su quinto álbum de estudio, titulado Blood Sugar Sex Magik, lanzado el 24 de septiembre de 1991, y con el cual alcanzaron la fama mundial no solamente por su sonido, sino porque lograron integrar a su música temáticas líricas que definieron de qué hablaría después lo que hoy llamamos «rock alternativo».
La salvaje contracultura contra la brutal violencia
En una sociedad que se jactaba de su conservadurismo y buenas costumbres, pero que al mismo tiempo se resquebrajaba por los problemas ante los cuales cerraba los ojos, Anthony Kiedis, John Frusciante, Michael «Flea» Balzary, y Chad Smith, lanzaron este álbum que desde su título es una provocación al tratarse de una metáfora para la sangre que derrama una mujer al ser desvirgada.
El título de la primera canción es contundente y claro al traducirlo al español, «El poder de la igualdad», cuyas líneas iniciales «tengo un alma que simplemente no puede dormir por las noches cuando algo no anda bien», hacen pensar en una entidad shamánica que, inquieta ante el espectáculo (mediático) de la humanidad destruyéndose a sí misma, se manifiesta erigiéndose con un grito ascendente de paz justo en el momento en que más se le necesitaba.
Abordar temas socio-políticos no era algo nuevo para la banda, sin embargo, en este álbum logran circunvalar desde distintos puntos problemas de la sociedad de la que eran parte y a la cual buscaban reflejar, al mismo tiempo que criticar. Luego de que durante la década de los ochenta el post-punk y el heavy metal hubiesen reinado en los gustos de los escuchas, con mensajes más psicológicos, existencialistas y de critica religiosa, los Red Hot Chili Peppers decidieron no ponerse tan dramáticos, y volvieron la mirada hacia la filosofía juguetona que predicaron sus ancestros, los hippies, que en esa misma California, habían protagonizado la primavera del amor.
La contracultura tiende a tomar como punto de partida la libertad sexual, y en esto los RHCP tuvieron un gran acierto, pues al hablar de sexo, aparentemente con el mero afán de crear letras con doble sentido y tono humorístico, lograron poner una vez más en el mapa el viejo e inocente «haz el amor y no la guerra», que no obstante, sabemos bien, no es tan inocente, puesto que implica una renuncia a la forma de vida patriarcal basada en el matrimonio monógamo, y así, apunta a la abolición de prácticamente todo aquello en lo que está cimentada la cultura occidental y estructuralista.
¿Qué mejor ejemplo que la oda al amor libre que hacen en Give it away? «la sangre joven es el efluvio del amor, ¿cómo pueden todos querer quedárselo como un emperador?». Además del mensaje de amor libre, en el plano físico y espiritual, en esta canción se puede apreciar la influencia que ejerce en la banda la cultura de los indios americanos, ya que hablan de bailar en la lluvia, dar el amor a tu madre, padre e hija, y olvidar el objetivo capitalista de acumular posesiones; rescatando a su vez, parte de una cultura relegada proveniente de su propio país.
En la canción The righteous and the wicked, resaltan los versos «La sagrada madre tierra llora en medio del espacio, lágrimas hay en su hermoso rostro porque ha sido violada». Si bien es verdad que fue hasta que llegó el Californication cuando perfeccionaron su mensaje ecologista, en esta canción lanzaron una de sus protestas más explícitas en contra de la guerra, la deforestación, y sobre todo contra la implícita presencia de intereses corporativos detrás de tales fenómenos sociales.
En el sencillo más exitoso del álbum, titulado Under the Bridge, a pesar de que se trata de una confesión autobiográfica de Kiedis, queda reflejado también el contexto por el que pasaba la ciudad de Los Ángeles, uno lleno de soledad, problemas de adicciones y desesperanza, pero con individuos que tenían la voluntad de no permitir que tal contexto decadente los terminara por absorber y los destruyera. ¿No suena esto un poco al movimiento situacionista? Esa teoría heredera del marxismo y parte fundamental de la filosofía del straight edge, y del punk, que básicamente dice que uno debe trascender su contexto si se quieren cambios en la historia, por lo menos en la historia personal.
Al igual que los hippies, que en medio de una guerra salieron a las calles a predicar el amor con el ejemplo, los RHCP lanzaron rosas desde sus gargantas como grito de paz, en medio de una Norteamérica que desbordaba racismo, crisparon sus puños, no contra el hombre, sino contra la corporación, la desigualdad y la violencia que lo tienen cegado. ¿Lo mejor? Lo mejor fue su música, que una vez más, fue utilizada como la poderosa arma que es para esparcir un mensaje.
Blood Sugar Sex Magik es un álbum que por las problemáticas que intentó indagar y criticar, terminó definiendo la vertiente un tanto ecologista, un tanto grunge, un tanto punk, y en suma, «neo-hippie» que siguieron bandas como Mr. Bungalo, Dinosaur Pile-Up, y Phish, (estos últimos incluso aparecieron en Los Simpson en el episodio en que Homero usa marihuana medicinal). Si se puede considerar contracultura lo que hicieron los Red Hot Chili Peppers, es porque en ese momento la cultura imperante era la del consumismo, la intolerancia y la violencia. Hablar de lo que hablaron los Peppers en este contexto sociopolítico y económico, no solo fue rebelde, sino que fue totalmente necesario.
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