sábado, diciembre 28, 2024
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Camila Jaber, récord nacional de buceo libre, un ejemplo que inspira la conservación del Gran Acuífero Maya

Los cenotes son los espacios preferidos de la apneísta mexicana Camila Jaber, quien detenta el récord nacional en descenso sin aletas. Envuelta en el azul eléctrico de sus aguas profundas, inmersa en el silencio de su mente y de su cuerpo que cae libremente como una piedra, las emociones fluyen y despierta la conciencia sobre la fragilidad de este sistema hídrico que corre bajo la piel porosa de la península de Yucatán.

Deportista de alto rendimiento, ingeniera en Innovación y Desarrollo, activista en pro de la conservación y sustentabilidad de este ecosistema, modelo internacional para imágenes de buceo, esta joven veinteañera funge además como embajadora del Proyecto Gran Acuífero Maya (GAM) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

A sabiendas que su ejemplo es una inspiración, el Proyecto GAM invitó a esta ‘sirena’ moderna a compartir sus vocaciones, convicciones y experiencias, dentro de las conferencias virtuales que ha programado en el marco de la iniciativa digital “Contigo en la Distancia”, de la Secretaría de Cultura, y en las que se puede participar a través de su página en Facebook.

Acostumbrada a la relatividad del tiempo, a inmersiones que no superan los tres minutos antes de regresar a superficie, Camila Jaber resumió su interesante hoja de vida en 20 minutos, mientras en pantalla se proyectaban algunas de sus fotos en compañía de una ballena jorobada, de una manta gigante en las Islas Revillagigedo y de tiburones en los arrecifes de Roatán, Honduras.

Fue en las aguas de esa isla hondureña, suspendiendo la respiración durante dos minutos y medio, a 56 metros de profundidad, que rompió el citado récord nacional, en el Mundial de Apnea 2017, un logro que le ha permitido dar visibilidad a otros de sus intereses.

Su preocupación por la sustentabilidad de los recursos hídricos le llevó a cursar bajo este enfoque la Ingeniería en Innovación y Desarrollo, en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores Monterrey, donde participó en la investigación de procesos eficientes para el tratamiento de aguas residuales.

Jaber, quien nació en Ciudad del Carmen, Campeche, y creció en las costas de Quintana Roo, se ha involucrado en proyectos multidisciplinarios y de carácter internacional lo mismo en Papúa Nueva Guinea, que en la península de Yucatán, a través del Proyecto GAM.

Su atracción por el misterio que guardan los cenotes, le permitió observar la velocidad en que pueden degradarse estos ecosistemas subterráneos: “Tenemos que darle un valor al agua, no solo porque es continente de cultura, sino porque es el origen mismo de la vida.

“Uno de mis principales intereses es el replanteamiento del ‘ciclo vital’ del agua, es decir, generar cadenas en las que podemos innovar en las formas en que la tratamos y evitar que se torne en un desperdicio que contamina nuestros acuíferos y eventualmente termina en el mar.

“Es gratificante trabajar con el Proyecto Gran Acuífero Maya que explora este inmenso sistema, para entender y conservar. Es importante que empecemos a contemplar el agua como un tema urgente, considerando que hay zonas que ya enfrentan un estrés hídrico, y de ahí la importancia de conservar reservorios tan importantes como los de la península de Yucatán porque nuestra seguridad como especie depende de ellos”.

Admiradora de la doctora Sylvia Earle, bióloga marina estadounidense, exploradora y especialista en buceo con una vida dedicada a la preservación de los océanos, Camila Jaber no dejó pasar la coyuntura que el mundo está enfrentando respecto al COVID-19.

“Sylvia Earle demostró el enorme daño que los humanos provocamos a estos seres inabarcables que son los mares, y cómo con estas acciones nos lastimamos como humanidad, porque de cada tres respiros que tomamos, dos están directamente relacionados con el mar.

“La actual contingencia sanitaria debe llevarnos a replantear cómo vamos a abrir nuestras puertas al turismo de nuevo, qué tipo de progreso y qué tipo de turismo queremos recibir. El crecimiento poblacional, el inadecuado manejo de aguas residuales y el desarrollo desmedido son los grandes factores que deterioran el acuífero como sistema. Necesitamos movernos hacia un desarrollo medido, consciente, ético, y para ello los esfuerzos deben ser compartidos y coordinados a nivel región, a nivel península”, concluyó.

Información: Boletín INAH 

 


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