Por Paulina García M.
Así como para muchas personas la Navidad es una época melancólica, para otras, es después de este periodo de festividades y vacaciones cuando experimentan una disminución en su estado de ánimo. Pareciera de pronto que un vacío inexplicable nos invade, esto se debe a diversas razones, entre ellas el recuento de las metas no alcanzadas el año anterior, la pérdida de seres queridos, no contar con dinero suficiente tras haber derrochado en compras navideñas, así como la vuelta a la monotonía de los días.
De forma que, de acuerdo con la psicóloga española Mónica Mendoza, el cambio entre los hábitos que se llevaron a cabo durante las vacaciones, los viajes, la euforia experimentada, las exquisitas comidas y las reuniones con personas queridas, comparados con el regreso a la realidad pueden propiciar apatía, frustración y tristeza.
De igual manera, la presión que ejercen los medios y quienes nos rodean, respecto a tener grandes objetivos de año nuevo, también puede resultar agobiadora:
“Esta presión social puede desembocar en frustración, cuando no tienes claro qué es lo que quieres hacer. Todo el mundo tiene sus objetivos, y tú no tienes los tuyos”, afirma la especialista Mónica Mendoza.
Por ello, es aconsejable no presionarse respecto a las metas a cumplir, pues éstas se irán construyendo a lo largo del año. Así mismo, para evitar caer en el desánimo post vacacional es recomendable hacer ejercicio físico que nos ayudará a sentirnos mejor, recapitular los aprendizajes del año anterior en cada ámbito de nuestra vida, así como seguir asistiendo a reuniones con amigos y adquirir el hábito de realizar actividades que nos motiven.
Descubre más desde Fernanda Tapia
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.