La música ha sido nuestra cómplice en cada uno de los momentos de nuestra vida, tanto en los buenos como en los malos. En ocasiones, el exterior puede estar colapsando, pero nosotros podemos estar completamente inmersos en otro mundo de música y serenidad.
La experiencia musical, además de ser una actividad placentera, nos transporta a otros lugares, nos hace imaginar, revivir viejas emociones o generar nuevas, nos libera y nos conecta con la parte más profunda de nuestra alma; pero no sólo eso, sino que a nivel físico y mental nos brinda múltiples beneficios.
Por ejemplo, la música lenta relaja nuestra respiración y ritmo cardiaco. Incluso también puede ayudar a disminuir dolores físicos, como los provocados por la artritis reumatoide o dolores de cabeza, por ello, hay incluso tratamientos de musicoterapia.
A su vez, escuchar música o tocar algún instrumento activa ciertas zonas del cerebro que propician el aprendizaje, estimula nuestra memoria, favorece nuestra inmunidad contra enfermedades y mejora nuestra concentración.
En un estudio realizado por Current Biology, se utilizaron canciones de 60 países, las cuales sonaban de forma semejante, los resultados arrojaron que, las diversas canciones despertaban los mismos sentimientos en diferentes personas alrededor del mundo.
De forma que, la música es un lenguaje universal que tiene un impacto directo en nuestro estado de ánimo, además de que nos hace liberar endorfinas que nos producen una sensación de bienestar.
Texto: Paulina García M.