Tadeo de 05 años tiene claro qué le pasó a su mamá, con inocencia nos
cuenta: “Pues la atropellaron y se murió. Ya no va a regresar, está en
la tumba y se la comen los gusanos. La extraño mucho”. Zenaida su mamá “atropellada accidentalmente el 28 de enero de 2017, dejó de existir el 04 de febrero de 2017, Estado de México.
Hace unos días leía un artículo de “El País” que es real, la invisibilidad de los niños que no se ven, los huérfanos del feminicidio, los datos que tenemos desde 2016 a 2019, son alarmantes, sin embargo, eso lo compartiremos en una próxima columna donde les presentaré a Joseline Vianey que fue encontrada asesinada el pasado 07 de julio en el Estado de México, madre de dos pequeños que se suman a la larga lista de los invisibles, de los niños que poco importan, y tan poco importan que estos pequeños que a continuación leerá, ni siquiera son recordados por autoridad, medio o activista alguna. Para nosotros toda la niñez víctima colateral tiene la misma importancia y amor, porque son los niños que no cuentan.
Fragmento del libro #NIUNAMÁS
Desde 2016, año en que iniciamos la documentación, investigación
y acompañamiento de madres, hijas, hermanas y amigas de mujeres que han sido asesinadas, se desconoce, en su mayoría, quiénes fueron sus agresores; ya que muchas de ellas han sido encontradas en terracerías, calles, canales y
ranchos. Han sido violadas, embolsadas, calcinadas, destazadas, asesinadas a disparos. Otras han sido aniquiladas por sus parejas y, lo peor de todo, frente a sus hijos. Documentar el número de huérfanos que han quedado es muy duro emocionalmente hablando; pues las notas con las que registramos los feminicidios no proporcionan estos datos. Durante 2016 contabilizamos 220 huérfanos menores de 14 años. En lo que va de 2017 tenemos registrados 106. Tenemos, además, información extra sobre estos niños que han quedado destrozados
por la pérdida de sus madres. Con la idea de “proteger” al niño de la impresión que causa la muerte, quien(es) se queda(n) a cargo recurre(n) a distintos comportamientos: muchas personas usan metáforas: “Está durmiendo
para siempre”…
Otros evitan expresar sentimientos de dolor frente a los niños. Pero una de las conductas más recurrentes es la de excluirlos de los ritos fúnebres. Y esto es por la idea de que los niños “no se dan cuenta”, o bien, “no entenderán si se les habla de la muerte”. Pero son precisamente ellos quienes se quedan con la tragedia. Quienes viven y sienten inmenso dolor.
Los más pequeños, de 0 a 2 años:
La mayoría de estos niños y niñas no comprende qué sucedió. Desconocen el concepto de la muerte, sin embargo, perciben la ausencia de sus madres. Y, peor aún, saben, en algunos casos, que sus propios padres son los responsables de esta ausencia: ellos lastimaron a sus madres.
Los hijos de Verónica Guadalupe Robledo Pérez, 2 años y un año y medio, asesinada el 9 de septiembre de 2016, en Chiapas.
Ellos saben que su mamá ya no está. Y eso le parte el alma a la familia. Erick, el presunto feminicida, está detenido. Sin embargo, los padres y el esposo de Verónica temen que pueda ser liberado, ya que trabaja en el Gobierno del Estado.
Devani Carolina Montelongo Mendoza, de 22 años, fue asesinada por su pareja, Ernesto Leobardo Robledo, padre de su hija de 2 años, el 20 de julio de 2016, en Monterrey. La pequeña hija fue tomada como rehén por su padre. Tiempo
después fue detenido. La pequeña sabe que mamá no está y que papá intentó lastimarla también a ella.
Teresa de Jesús Rodríguez fue asesinada por su esposo y padre de sus dos hijas, Julio César, el 22 de junio de 2016, en el Estado de México. Las menores de 14 y 2 años de edad fueron heridas por su padre al momento de la agresión. La más pequeña sigue esperando los brazos de su mami. Su padre fue detenido.
Niños de 3 a 5 años
Los niños en este rango de edad ven la muerte como temporal y reversible, similar al acto de dormir. Piensan que mamá regresará pronto: Dulce Paola de la Rosa, de 25 años, fue asesinada el 1º de septiembre de 2016, en Culiacán, Sinaloa, por su expareja César Fernando. El maltrato al que estuvo sometida se dio por varios años, nunca lo denunció por miedo. Dulce decidió dejarlo, tenía un trabajo con el cual mantenía a sus hijos: dos de 3 años (gemelos) y uno de 6. Hoy, los pequeños están con la familia de su mamá, esperando a que ella regrese pronto.
Francisca Janeth Fraire Lozano, de 32 años, fue asesinada el 24 de mayo de 2016, en Monterrey, por su pareja José Martín Mata, quien se suicidó después. El hijo pequeño de Janeth, de 5 años, fue testigo de los hechos y lo trasladaron al dif del municipio de Zuazua. El pequeño sigue en espera de que su mamá regrese.
Carolina Hernández Sánchez, de 26 años, fue desaparecida y posteriormente asesinada, el 19 de marzo de 2016, en el Estado de México, por su novio: José Guadalupe Villeda Ruiz, actualmente detenido. Carolina dejó a dos pequeñas con su abuelo enfermo, una tiene 5 años y, hasta el momento, no entiende qué le pasó a su mamá.
Niños de 6 a 8 años
En este rango de edad la muerte se interpreta como un castigo, es como un personaje que atrapa. En este sentido, los niños logran identificarla como un hecho irreversible, pero no universal. El 4 de febrero de 2014, en Guerrero, la tibieza de la noche envolvió el departamento de Patricia Orizaba Ruiz e Israel Chimal
Gallardo, médicos. Su pequeña hija de 6 años no imaginaba lo que iba a suceder.
Por la noche, papá y mamá iniciaron una discusión. La pequeña hija no entendió qué sucedía, ella se encontraba en su habitación. Cuando escuchó los gritos, fue al dormitorio de sus padres y vio que su papá estaba lastimando a su mami. Patricia,
aún con vida, le dijo a la pequeña que pidiera ayuda. La niña bajó a tocar la puerta de sus vecinos, quienes acudieron a tratar de auxiliar a Patricia. La policía respondió al llamado de éstos, en tanto que la nena fue resguardada. La niña no comprende
por qué su papá le había hecho daño a su mami, a la mujer que siempre la protegió.
El feminicida fue encontrado con el torso desnudo y manchas de sangre; él mismo se entregó a los policías. El inculpado fue detenido en el acto y actualmente se encuentra en el Cereso de Acapulco, en proceso penal por el feminicidio, bajo la causa penal 23/2014-1, en desarrollo. Y, como en otros casos, aún no le han
dictado sentencia. (El 12 de julio de 2018 fue sentenciado a 40 años por feminicidio)
Niños de 9 a 12 años
Adquieren la concepción adulta de la muerte, es decir, final, irreversible y universal. Pese a que comprenden el proceso biológicode la muerte, la viven como un hecho lejano para ellos, como un castigo por malos comportamientos.
Niños de 13 a 18 años
Pese a que perciben la muerte más cercana, se enganchan con actividades de alto riesgo adoptando una actitud inmortal. No perdamos de vista que los niños y las niñas pasan por procesos de sufrimiento igual o más complejos que los nuestros.
Viven las agresiones y pérdidas de sus padres de forma determinante. ¿Por qué seguimos considerando que todavía no entienden las peleas de los adultos, nuestros divorcios, nuestras ausencias, nuestros asesinatos? Se habla mucho del interés hacia la integridad y salud mental y emocional de los niños, de salvaguardarlos pero —como dirían muchas abogadas con quien he platicado— no existe tal protección para nuestros niños en México.
Así que la próxima vez que levantes la voz, que levantes la mano, que grites, que haya golpes, voltea a ver a quiénes dañarás. Quiénes padecen la violencia con la misma o mayor magnitud que tú, porque también ellos están siendo violentados. (#NIUNAMÁS) Editorial Aguilar.
¿Eres madre, padre, hermana, hermano, hija, hijo, de una mujer víctima de feminicidio, desaparición, o intento de feminicidio? Búscame, ayúdame a visualizarlas y a contar su historia. Voces de la Ausencia.
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