En México el 70% de la población rechaza a la Comunidad LGBT+, tener una orientación sexual diferente a la heterosexual es sinónimo de discriminación. No es una cifra, es una vivencia que a continuación les comparto:
A mí no me tocó salir del closet, creo que nunca me metí. Creo más, que no es un asunto de elección sino de circunstancias. Admiro a quienes han decidido salir, respeto a los que han preferido mantenerse al “margen” aunque cuestiono el “margen”.
Y que quede claro: la orientación sexual NO SE ELIJE, se descubre.
Hablar con la familia de nuestra orientación sexual, en un país con educación (LAICA) INTEGRAL, LIBRE Y SIN PREJUICIOS, debiera ser un tema más para compartir la sobremesa, pero en México la cosa es distinta.
Cuando me tocó hablar con mi familia el reto era interesante, hubo llanto, dolor, seguramente decepción, al final llegó la aceptación. A mi papá le costó, quizá aún, más enterarse, me reprochaba con biblia en mano, decía que yo debía elegir a Cristo en mi vida, yo sólo le respondí que yo no elegí de quien enamorarme, tampoco elegí que la gente se burlara de mi, me hiriera y me empujaran a pensar muchas cosas, todas llenas de homofobia, homofobia que me tragué y que he decidido sacar de mi maleta.
¿Cuál orgullo? Cuando México ocupa el segundo lugar en ataques hacia la diversidad.
¿Cuál orgullo? Cuando la gente sigue golpeándonos, humillandonos, haciendo chistes hirientes.
¿Cuál orgullo? Cuando hay muchos que siguen viviendo dobles vidas para no “herir” a sus familias.
¿Cuál orgullo? Si seguimos oponiéndonos al amor diverso.
¿Cuál orgullo? Cuando nos siguen despidiendo, negando servicios o sacándonos de luares por ser diferentes (sin darse cuenta que ellos y tú y yo y todos somos diferentes)
¿Cuál orgullo? Si entre la misma “comunidad” nos despedazamos, criticamos, discriminamos.
¿Cuál orgullo? Si no entendemos que el verdadero mensaje de Dios (el que usted quiera), es amar al prójimo y no atacarlo y no discriminarlo y no atiquetarlo y no matarlo.
Orgullo sienta usted de que puede ver brillar el sol sin sentir que alguien le hace falta, orgulloso este de sentir como se moja su piel con la lluvia y como el viento le acaricia las mejillas, orgulloso sientase por respetar los semáforos, no meterse a las filas, ni copiar en los exámenes.
Orgullosos estemos cuando en verdad nos veamos como comunidad y no como colectivos que se aplastan unos a otros.
¿Cuál orgullo? El que se siente cuando aceptamos las diferencias de los otros, de los nuestros y aún así los amamos.
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